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La piel de los bebés y los niños es especialmente delicada a los efectos nocivos del sol. Seguir unas cuantas reglas sencillas y elegir una protección solar adecuada puede ayudarte a protegerla bien y cuidarla a largo plazo. ¡Sigue estos consejos!

Piel infantil: vulnerable frente al sol

La piel de tu hijo, más fina que la de los adultos, es frágil y especialmente vulnerable frente al sol, porque su sistema de defensa de la piel es inmaduro hasta los tres años. Es por eso por lo que se desaconseja exponerlo directamente al sol debido a su sensibilidad. 

Si aun así tu hijo tiene que salir en una zona soleada, tomar algunas precauciones te ayudará a proteger su delicada piel y preservar su sistema de defensa natural.

Las acciones correctas para proteger la piel de tu hijo del sol

Frente al sol, te aconsejamos respetar estas sencillas reglas para proteger la piel de tu hijo, sea cual sea su fototipo.

1. La menor exposición posible

  • Evitar exponer a tu bebé al sol tanto como sea posible, especialmente entre las 11h y las 16h, momento del día en el que el sol es más intenso. ¡Mejor aprovecha la oportunidad para que duerma una buena siesta!

No expongas a tu bebé al sol entre 11h y 16h

  • Si vais a tener que exponeros al sol, busca sistemáticamente las zonas de sombra

Preferir la sombra del parasol para proteger al bebé del sol

  • No dejes a tu bebé desnudo o un traje de baño al sol sin protección. De hecho, se recomienda vestirle con ropa holgada pero hecha de algodón tupido para filtrar la radiación UV, un sombrero o gorrita de ala ancha y gafas de sol adecuadas (norma CE, categoría UV 3 o 4). Estilo garantizado.

Es mejor ponerle ropa, gorrito y gafas al niño para evitar las quemaduras solares

2. Protección solar adaptada a la piel infantil

Para proteger adecuadamente la piel de tu bebé, es importante elegir un protector solar de índice SPF 50 o 50+ adaptado a su piel delicada. ¿Filtros orgánicos o minerales? Puedes elegir lo que más te conviene. Pero cualquiera que sea tu elección te damos unos trucos más:

  • Aplicar una cantidad generosa del protector solar específico para la piel de tu bebé o niño, veinte minutos antes de la exposición.
  • Insistir con la protección solar en las zonas sensibles sobreexpuestas: frente, pómulos, nariz, labios.
  • Renovarla aplicación del protector solar en cantidad suficiente cada dos horas y después de cada baño.
  • Incluso a la sombra o en días nublados, tu hijo necesita protector solar. De hecho, más del 80% de los rayos UV pasan a través de las nubes y una sombrilla no es una protección suficiente.

3. Hidratación constante

El cuerpo de los bebés está compuesto por una cantidad de agua proporcionalmente mucho mayor que la de los adultos (78% contra 60% en la edad adulta). Por lo tanto, los niños son más sensibles al calor y corren el riesgo de deshidratarse más rápido.

Incluso aunque tu hijo no lo pida, es importante que le des de beber agua muy a menudo, especialmente si se expone al sol.  También puedes refrescarle con un vaporizador de agua, en caso de fuerte calor te lo agradecerá.

La hidratación es imprescindibles en caso de fuerte calor

¿Cómo proteger la piel de bebé después del sol?

Hidratar, hidratar, hidratar…

Después de estar al sol, la piel del bebé necesita ser rehidratada y calmada. Aquí están unos cuantos tips adecuados que te aconsejamos seguir, incluso después de una baja exposición al sol:

  • Hidratar y nutrir la piel del bebé con leche hidratante adecuada
  • Continuar dándole agua: con el biberón o con un vaso ¡tanta como quiera!

¿Piel infantil con quemaduras solares?

En caso de que la piel de tu hijo sufra quemaduras solares, es necesario tener en cuenta precauciones específicas.

Si se trata de una quemadura solar superficial, que se manifiesta en forma de enrojecimiento, sensibilidad y sensaciones de ardor, dale un baño de agua templada a tu hijo y después aplícale una crema cicatrizante en cantidad abundante. Las quemaduras solares deben desaparecer en 24 o 48 horas. Y por supuesto, evita exponerle al sol en los días siguientes.

Si se trata de una quemadura solar grave, que se manifiesta en forma de ampollas, o en caso de insolación, cuyos síntomas son fiebre, dolor de cabeza o escalofríos, es importante que consultes con tu médico.