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Entre el nacimiento y los dos años, el bebé se desarrollará a una velocidad increíble y cada progreso que haga te dejará fascinada. Descubre con Mustela las grandes etapas de su desarrollo y cómo interactuar con él para ayudarlo a estimular su vigilia. Hoy hablamos de cuando empiezan a hablar los bebés y como se desarrolla el habla.

Al nacer, el bebé aún no sabe hablar pero ya se comunica: con sus miradas, sus posturas, su mímica o sus lloros, expresa sus sentimientos e interactúa contigo. En este período, su potencial es ilimitado: predispuesto de forma natural a adquirir un lenguaje articulado, tiene la capacidad de aprender todos los idiomas y pronunciar todos los sonidos. Lo más sorprendente es que además puede distinguir diferentes idiomas en función de su melodía. Poco a poco, sus aptitudes disminuirán para centrarse en el aprendizaje de su lengua materna.

Desde la primera mirada hasta la primera frase, tus interacciones con tu bebé son fundamentales para guiarlo por el camino del lenguaje: eres tú quien da sentido a los sonidos que emite y quien le anima a repetirlos por el placer de verte reaccionar y responder a sus peticiones. Por lo tanto, desde sus primeros días, es esencial hablarle tanto como sea posible y balbucear con él: al ofrecerle un entorno propicio, le darás todas las oportunidades para progresar de manera rápida y armoniosa para que el bebé empiece a hablar.

La adquisición del lenguaje y el habla del bebé se hace a un ritmo muy diferente según cada niño: algunos pronunciarán varias palabras en su primer año, mientras que otros continuarán expresándose en una jerga incomprensible a los dos años. ¡Por lo tanto, respeta la evolución de tu hijo! Estimúlalo y anímalo, pero no le hagas sentir ninguna presión para aprender a hablar: cuanto más grandes sean tus expectativas, mayor será el riesgo de que tu pequeño se encierre y adopte una actitud de rechazo.

Entre 0 y 1 mes: el nacimiento de la comunicación del bebé

• Cuando el bebé viene al mundo, los lloros son su primer modo de comunicación: los utiliza para indicar que tiene hambre, que hay que cambiarlo, que necesita tu contacto o que sufre.

De 2 a 6 meses: gorjeos en cadena

Hacia los dos meses, el bebé empieza a jugar con las capacidades de la laringe. Risitas, chapurreos, sonidos guturales... Encadena gorjeos para mayor deleite de su entorno. Estos primeros balbuceos son comunes en todos los bebés del mundo.

Hacia los cuatro meses, las vocales hacen su aparición, empezando por la «a» y la «e». Un mes más tarde, el bebé consigue pronunciar sus primeras consonantes. Es la época del famoso «ajo». En esta etapa, el bebé ya ha adoptado su lengua materna: un bebé chino o un bebé egipcio no producen exactamente los mismos balbuceos que tu pequeño español. Para estimularlo, háblale y repite sus propios balbuceos: tu entusiasmo lo motiva a perseverar.

De 6 a 9 meses: las sílabas repetidas

Hacia los 6 meses, el bebé siente un gran placer repitiendo sílabas que terminan en «a»:
«dadadada», «papapapa», «mamamama»… Estos sonidos no tienen un significado preciso en su mente: eres tú quién les irá dando sentido poco a poco al responder. ¡Qué alegría le da verte llegar diciendo «mamá ya está aquí» cuando encadena las sílabas «mamamama»! De este modo, descubre la dimensión simbólica del lenguaje: un sonido corresponde a un objeto.

De 9 a 12 meses: ¡comienzan las primeras palabras!

• Hacia los diez meses, el bebé empieza a pronunciar cadenas de sílabas sin repetición. Poco a poco empieza a componer una pequeña jerga que suele ser tan incomprensible que parece que habla un idioma extranjero.

Su lenguaje empezará a ser inteligible progresivamente: las primeras palabras aparecen normalmente hacia el año. Si no son «papa» o «mama», no te lo tomes a mal... Al principio, el bebé tiene la necesidad de designar aquello que desea y que no está a su alcance: si no te nombra es, sin duda, porque siempre estás a su disposición. A menudo hace un uso muy amplio de sus primeras palabras: por ejemplo, al decir «lolo», el bebé puede estar refiriéndose a la vez al biberón, al pecho, al hambre, a la sed, a las ganas de recibir abrazos…

• Su comprensión progresa más rápido que su capacidad de expresión: al año empieza a entender una gran cantidad de frases sencillas como «Ven», «Dáselo a mamá», «¿Tienes hambre?», «Ve a buscar el peluche», etc.

Entre 15 y 18 meses: el deseo de aprender

Encantado con su nueva capacidad de hablar, el bebé está ansioso por aprender nuevas palabras: señala con el dedo los objetos de su alrededor para preguntar su nombre. Responde a sus peticiones y designa las cosas de las que le hablas para ayudarlo a ampliar su vocabulario.

A los 18 meses, domina entre 10 y 20 palabras que empieza a asociar entre sí: por ejemplo, «más leche» o «papá ido». Si pronuncia mal, no lo corrijas sistemáticamente, ya que corres el riesgo de reprimir su hermoso entusiasmo y su espontaneidad. En su lugar, construye otra frase a continuación en la que pronuncies correctamente la palabra que da problemas.

Entre 18 y 24 meses: la explosión del vocabulario

Entre un año y medio y dos años, el vocabulario del bebé progresa exponencialmente: a los 24 meses puede contar con hasta 300 palabras. ¡Al pequeño le encanta hablar y a veces te cuesta conseguir que pare! Ya es capaz de formar frases sencillas, al principio con un verbo en infinitivo («Juan comer pastel»). También sabe utilizar los pronombres «a mí», «yo» y «tú».

Hacia los 3 años: habla como un adulto

Los aspectos esenciales del lenguaje se han adquirido, aunque la pronunciación aún sea imperfecta: el bebé compone frases complejas, conjuga los verbos e utiliza correctamente el presente, el pasado y el futuro. ¡Te puede sorprender con expresiones que parecen salidas de la boca de un adulto y que repite tal como las ha oído! También es la época de los «por qué» incesantes: su curiosidad por el entorno y sus ganas de aprender nuevas palabras son insaciables. Esfuérzate por responder de la mejor manera para estimular su desarrollo intelectual.

• Por lo general, el inicio de la escuela también es una buena ocasión para hacer progresos espectaculares, gracias a los numerosos estímulos recibidos de los profesores, del personal directivo y también de los demás niños.

Si te parece que el bebé sufre un retraso por lo que respecta al habla, no dudes en consultar a un pediatra. Hay numerosos factores que pueden obstaculizar su progresión: problemas auditivos o neurológicos, defecto de los órganos de fonación, bloqueo psicoafectivo... Solamente un profesional podrá ayudarte a determinar si el bebé sufre un retraso y, si es el caso, las causas del mismo.