¿Te sientes como si fueras el/la único/a que se ocupa de toda la familia? ¿O como si te estuvieras olvidando de algo importante? ¿Una nueva responsabilidad es demasiado para ti ahora? ¡Tu carga mental está en lo más alto! Aquí tienes todo lo que necesitas saber sobre el desgaste psíquico: sus señales de alarma, sus consecuencias y las claves para aliviar tu día a día.
¿Qué se entiende por carga mental?
La carga mental puede conocerse como: «la carga psicológica (sobre todo para las mujeres) implicadas en las tareas domésticas y educativas, lo que provoca agotamiento físico, pero sobre todo mental.» En pocas palabras, implica el hecho de que uno debe pensar y, a menudo, gestionar un montón de cosas, desde el trabajo, la vida familiar como padre o madre, las relaciones con un hermano o una hermana, un hijo o una hija, la vida sentimental, la vida sexual, las aficiones de los hijos, las vacaciones, las citas con el médico, los deberes, las tareas domésticas, los trámites administrativos, etc.
¿Qué lugar ocupa la pareja/el cónyuge en la sobrecarga psíquica?
Aunque muchos hombres se implican en la vida familiar y participan en ella, según estudios recientes, la carga psíquica de las mujeres es mayor que la de su pareja. Este es un tema que también puede generar tensiones en la pareja, ya que cada progenitor siente que hace más y que ya no encuentra tiempo para sí mismo.
En Francia, el 71 % de las mujeres se ocupan de casi dos terceras partes de las tareas domésticas.
Insee (2015)
¿Cuáles son los signos de la sobrecarga psíquica?
Imagínate que tienes delante una comida muy copiosa y no puedes tragar ni un bocado más. La sobrecarga psíquica tendrá el mismo efecto: no podrás procesar la más mínima información nueva. Te resultará imposible tomar decisiones, o reaccionar o ser receptivo ante las situaciones. Esta situación puede provocar presión emocional, mental y física.
¿Cómo reducir la carga mental?
1. Sé consciente de tu desgaste psíquico
En muchas situaciones complejas que influyen en nuestro bienestar diario, el primer paso es aceptar la situación. No es tan sencillo... Para muchos padres y madres, aceptar la situación significa asumir el hecho de que no son el padre o la madre que habían imaginado o el padre o la madre ideal que pensaban que podrían ser. Ha llegado el momento de aceptarlo, de admitir que no puedes controlarlo todo y que estás desbordado/a.
2. Comunícate con tu pareja y con tus seres queridos
Con esta carga mental, a veces la relación de pareja puede volverse tensa cuando llega el bebé. A esta etapa la llamamos «fase de lucha posparto» o "baby clash". La comunicación con tu pareja es fundamental para explicarle tus sentimientos y por lo que estás pasando (estrés, insomnio, etc.). Puedes utilizar algún artículo o testimonio para hacerle consciente de la situación.
Lo mismo ocurre con tus seres queridos: transmite el mensaje y diles cómo te sientes. Habla con tus padres y amigos. Puede que te resulte difícil admitir que no estás afrontando bien la situación, pero hablar también ayudará a los demás a desvelar lo que les preocupa... y verás que no eres el único en esta situación.
3. Cambia tus costumbres
¿Estás acostumbrada/o a controlarlo todo? ¿Planificas los días con mucha antelación? ¿Sueles guiarte por tus costumbres y no tienes intención de cambiarlas? Si sufres sobrecarga mental, un cambio de costumbres te salvará la vida. Aunque al principio lo veas como una pérdida de tiempo, cambiar de costumbres puede ayudarte a ganar en perspectiva, a identificar lo que te bloquea y lo que puedes cambiar o mejorar.
Tómate un tiempo para hacer una lista de todo lo que haces a diario. A continuación, trata de identificar lo que es imprescindible y lo que está "bien, pero no es necesario" (por ejemplo, quizá no sea necesario que la ropa del bebé esté doblada en montoncitos perfectos o quizá tu bebé PUEDA irse a la cama en una habitación que no esté ordenada de forma impecable).
4. Reparte las tareas de forma más equitativa
El último paso (aunque no por ello el menos importante) de tu proceso: ¡reparte las tareas! Puede que tengas la tentación de pensar «me quedo con esta tarea porque sé hacerla, la haré más rápido» y, sin embargo, necesitas liberarte de esa carga para evitar otra sobrecarga. El momento del baño, por ejemplo: puede que estés acostumbrado/a a bañar a tus pequeños, que conozcas sus rituales y sus hábitos favoritos, pero PUEDES delegarlo. Puede que tu cónyuge sea más torpe al principio, pero al cabo de un tiempo, toda tu familia se habrá adaptado y tu desgaste psíquico se habrá reducido de forma considerable.
Hoy en día existen muchos recursos aplicaciones para poder compartir con tu pareja información relacionada con los niños: ¡My Health Space (un libro de salud online europeo), Picniic (para organizar horarios, menús semanales, teléfonos de urgencias, etc.), Bring! (para las listas de la compra), etc. Ya lo tienes todo listo. ¡No tienes excusas para no compartir las tareas!