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Cuando se empieza a diversificar la dieta del bebé, suelen producirse cambios en la frecuencia, aspecto y consistencia de sus deposiciones. Van haciéndose más consistentes y tomando poco a poco un aspecto más parecido a las de los adultos.

Cambios en la frecuencia de las deposiciones

Si antes de los seis meses tu bebé ya no hacía caquita todos los días, es probable que no notes grandes cambios en cuanto a la frecuencia de las deposiciones. Pero si es de los que venía manteniendo un ritmo intestinal de varias deposiciones al día, ahora puede disminuir a una a dos por día o, incluso, puede que haya días que no la haga.

Es normal que las heces se vuelvan menos blandas, por los nuevos alimentos que vas incluyendo en la dieta de tu bebé, pero no deben ser secas y duras. Si son así, lleva más de cuatro días sin hacer caca y al hacerla requiere un gran esfuerzo, incluso le produce dolor, lo que significa que sufre estreñimiento.

Para evitar el estreñimiento hay que tener en cuenta tres cosas importantes: una dieta equilibrada rica en residuos, suficiente aporte de líquidos y adquirir buenos hábitos de evacuación intestinal. Con las dos primeras se consigue una consistencia adecuada de las heces, para que la evacuación exija el mínimo esfuerzo. Con la tercera que el ritmo intestinal adquiera regularidad. ¿Cómo conseguirlo en bebés y niños pequeños?

Cómo conseguir una regularidad en las deposiciones

Hasta que tu bebé llegue a la etapa del control de esfínteres sólo podrás procurar que tenga un buen ritmo intestinal a través de la alimentación. Después, cuando llegue el momento de intentar retirar el pañal el aprendizaje debe ser paulatino. Que aprenda a hacer sus caquitas en el orinal exige tiempo, paciencia y buenas dosis de comprensión. Frente a la adquisición de este hábito, que en realidad es social, no todos los niños adoptan la misma actitud y ni lo aceptan de la misma manera.

La etapa en que los niños aprenden a controlar los esfínteres suele comenzar hacia los dos años y la mayoría de los niños están preparados para ello entre los 24 y los 30 meses. Pero nunca debe tratarse de un entrenamiento rígido, porque adquirir ese control es también un proceso delicado. Si no actúas con flexibilidad, en los tiempos y en las formas de tratar de que lo consiga, puedes estar potenciando la aparición de estreñimiento.

Algunos niños consiguen controlar el pis y la caca en muy poco tiempo sin ningún problema e incluso prefieren enseguida el WC al orinal. Otros, por el contrario, necesitan mucho tiempo, se resisten relativamente a adquirir el hábito de hacerlo en el orinal, se lo hacen, siempre o a menudo, encima o incluso se niegan a hacer una deposición si no llevan pañal. En este caso es preferible ponérselo para que la haga y quitárselo después, hasta que vaya aceptando, poco a poco, hacerlo fuera del pañal.

Forzar al niño a que haga siempre las cacas en el orinal o el WC, si no quiere, puede conducir a respuestas negativas, incluso a que el niño se esconda y se aguante para no hacerlo. Si el pequeño no acepta hacer lo que se le exige, puede retener las heces, que se van acumulando y compactando en el intestino grueso, dando lugar a un círculo vicioso. Si esta situación se complica y persiste puede llegar a originar hemorroides y fisuras anales que agravarían el problema.

Si se llega a un grado de estreñimiento grave puede llegarse a producir una evacuación involuntaria por rebosamiento. En ese caso el niño puede hacer caca varias veces al día, en escasa cantidad, de consistencia liquida o semilíquida y a menudo acompañada de moco (que no debe confundirse con diarrea). Se evacua una parte de la masa fecal, sin llegar a realizarse una deposición normal, y el moco es producto de la irritación que la retención de heces produce en la mucosa rectal. Al niño se le escapa un poco de caca sin querer porque la excesiva dilatación del intestino que provoca la retención fecal produce pérdida del tono muscular del recto y de la sensación de ganas de defecar. Al no notarla tampoco se controla el esfuerzo de retenerla.

La mayor parte de las veces este tipo de situaciones tienen su origen en una mala adquisición del hábito de defecar. Si tu pequeño está en esta etapa recuerda que el proceso debe ser progresivo y que no debes forzarle ni regañarle. Mucho mejor que eso es celebrar con exclamaciones de alegría las pocas o muchas veces que lo vaya consiguiendo.